Paz en la guerra de los sexos by Juan Miguel Zunzunegui

Paz en la guerra de los sexos by Juan Miguel Zunzunegui

autor:Juan Miguel Zunzunegui
La lengua: spa
Format: azw3
Tags: Historia, Sociología, Ensayo
editor: ePubLibre
publicado: 2018-03-01T08:00:00+00:00


EL CAOS Y EL ORDEN

El caos siempre amenaza con volver. Todo surge siempre del caos, un principio absolutamente femenino. Caos es el océano primigenio de todas las posibilidades; es decir, ese estado antes de que todo ocurra, en el que existen todos los posibles. La potencia absoluta de todo. Ese espacio vacío necesario para la existencia, la matriz divina.

Lo femenino es el espacio para que las cosas ocurran, lo masculino es las cosas ocurriendo; femenina es la potencia y masculino el acto, la energía y la materia, el caos originario y el cosmos, que es el orden del caos. El caos siempre amenaza con volver porque siempre está latente, pues la existencia es creación y creatividad pura, y todo universo surge de un caos.

Para el humano civilizado, agrícola y sedentario, ese estado es el orden, un estado superior al caos anterior, cuando eran nómadas y cazadores recolectores. La civilización no se origina en un momento de la historia y simplemente se deja que siga existiendo, pues las fuerzas del caos terminarían por devorarla. La civilización es un esfuerzo constante, un eterno mantener el orden, lo cual, en la visión patriarcal, incluye necesariamente el poder y la jerarquía.

Ese poder debe manifestarse constantemente por parte de quien lo ostenta, y esa jerarquía la deben recordar todos los demás. Toda mitología sagrada incluye rituales cíclicos que le recuerdan al hombre el precio de la civilización, y el precio aún más grande de no tenerla. Mitos y ritos que programan en el ser humano la necesidad de la estructura patriarcal.

En el mundo de la diosa no había civilización como hoy se concibe, es la famosa noche de los tiempos. No había grandes familias divinas ni furia de titanes, no había jerarquías. Pero desde el nacimiento de los primeros Estados e imperios agrícolas, alrededor del año 3500 antes de nuestra era, donde el poder siempre se legitima en lo religioso, surgen los grandes relatos divinos o teogonías: las historias de los dioses que vencen el caos y regalan a los humanos el don de la civilización.

Desde aquellos lejanos tiempos se desarrollaron imperios como el egipcio, el acadio, el sumerio, el hitita, el hicso, el parto, el babilónico, nombres que poco nos dicen hoy. Todos ellos desarrollaron relatos creacionistas, origen del mundo y del orden, batallas de los dioses, y todos ellos conservaron siempre, de alguna forma, el culto a la gran madre, a la diosa.

Como la mente humana construye sobre lo construido, y todas las culturas influyen en otras, aquellos relatos mitológicos sobrevivieron por milenios, adaptados y sincretizados, hasta colarse en las escrituras monoteístas de judaísmo, cristianismo e islam, religiones que nacieron mucho después, pero adaptando los mismos mitos.

Nada es para siempre y la primera generación de imperios cayó. Aquel orden volvió al caos originario. Los antiguos imperios se desarrollaron a lo largo de poco más de dos milenios hasta llegar a una misteriosa frontera de la historia. Alrededor de los años 1200 a 1100 antes de nuestra era, prácticamente todos los antiguos imperios comenzaron a desmoronarse.



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